Libro el arte de ser feliz pdf




















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Ver Libro. Es necesario poner al descubierto los artificios de los maniqueos. La fe que vence al mundo Raniero Cantalamessa. La Divina Comedia Dante Alighieri. Leyenda Menor Buenaventura, Santo. Libro eBook Entre el Cielo y la Tierra.

Libro eBook Del sufrimiento a la paz. Libro eBook Sube conmigo. Libro eBook Encuentro. Aborto cero Varios autores. Dios en la pandemia Walter Kasper. Aceptar Leer mas. Cookie and Privacy Settings. How we use cookies. Essential Website Cookies. Queremos mucho pero podemos poco. El caminante tropieza constantemente con ellas y, al golpearse, se lastima y cuida sus pies y queda sangrando. Acepta que las cosas sean como son. Suelta los nervios.

Uno puede tener insuficiencia coronaria pero, como no piensa en su mal, no sufre casi nada. Debes pensar que si eres miope, pudiste haber nacido ciego, si no eres bello, pudiste haber nacido contrahecho…A pesar de todo eres una maravilla. Y a esta simple idea de acabarse el hombre la reviste de colores rojos y perfiles amenazantes. Es un aborto delirante de una cabeza loca. Ninguna realidad del mundo encuentra tanta resistencia en la mente como ella y, por resistirla de esa manera, la transformamos en el enemigo por antonomasia de la humanidad y, por ende, soberana del mundo; y crece en la medida en que se la rechaza.

Una golondrina no muere, simplemente se apaga como una vela. No muere porque no se resiste. Y nosotros ya sabemos que hacer, dejarse llevar. Serenamente, humildemente, sabiamente debe aceptar acabarse, soltar las adherencias que le amarran a la vida y dejarse llevar mar adentro. No podemos retroceder ni un instante en el tiempo. Es una locura, basta de sufrir. Hay personas de tendencias subjetivas, pesimistas al mismo tiempo, que viven recordando historias pasadas, a veces muy remotas, en las que se vieron desagradablemente envueltos.

Pero, en realidad, fue, simplemente, inferior a tus previsiones. El esfuerzo depende de ti, pero los resultados no dependen de ti sino de una serie imponderable de causalidades. Si los resultados no dependen e ti es una locura vivir oprimido, humillado, avergonzado por el espectro del fracaso.

Otra terrible fuente de tristezas son los complejos de culpabilidad. El hombre queda herido y derrotado al comprobar que no puede volar por las cumbres del ideal. Es indispensable vivir alerta y darse cuenta de que es una insensatez resolver archivos que contienen historias irremediablemente muertas. Deja que los muertos entierren a los muertos. Hay personas que una vez acostadas, se les pone la idea de que no van a poder dormir esa noche.

La idea les domina de tal manera que, efectivamente, no duermen. La fatiga mental, a su vez, no es otra cosa que debilidad mental. Y aquello a lo que temes y a lo que te resistes se te fija y te domina en la medida en que lo temes y te resistes. Resistirse mentalmente equivale a apretarse contra algo, y todo apretarse es angustiarse, sentirse angosto, apretado. Repetimos: lo que se reprime, contraataca y domina.

Y, recuerda, la libertad no es un don sino una conquista. Hay que distinguir la angustia de la ansiedad.

La angustia tiene un efecto sobrecogedor y paralizante por lo general; en la ansiedad, por el contrario, se produce un efecto como de sobresalto con tendencia a la fuga. Por tanto, la angustia, son matices diferentes de una misma enfermedad. Puede haber una angustia vital y una angustia reactiva. Gran parte de las veces se trata de una angustia reactiva. Los que sufren de angustia vital pueden mejorar de modo considerable aunque, probablemente, sin llegar a sanar del todo.

Estos depresores pueden aliviar por un momento de emergencia, pero no abordan el mal, son puros paliativos y engendran dependencia. Un sistema nervioso relajado no conoce la angustia. Podemos poco. Nosotros, en cambio, decimos que aunque es verdad que valemos poco, para lograr ese poco pondremos en juego todo el entusiasmo.

Hay que luchar ardientemente por conseguirlos. La gente no cambia, no puede cambiar, en el mejor de los casos puede mejorar.

La gente sufre ansiando ser de otra manera y se desespera al comprobar que no lo puede conseguir y cae en la fosa de los complejos de culpabilidad que lo muerden y lo torturan como serpientes. Conozco a muchas personas que han hecho y siguen haciendo esfuerzos inauditos para no ser como son, para suavizar las aristas.

Basta ya de martirios. Eres como eres. De todas maneras, y a pesar de tus reticencias y repugnancias, eres una maravilla. No te irrites contra eso, no te deprimas por ello, no te entristezcas por nada. Ten presente que tu existencia es una fiesta y tu vivir un privilegio. Una cosa es lo que yo soy como realidad objetiva, y otra la imagen que yo me formo de esa realidad.

Cuando la imagen y la realidad coinciden, entonces somos equilibrados, adultos. Primero, no acepta sino rechaza su realidad. Hay, pues, que apagar ese fuego. Por eso, vive desligado de las preocupaciones artificiales en una gozosa interioridad. A nadie amenaza y por nadie se siente amenazado; por eso cuenta con la amistad de todos. Hacen que las cosas sean como ellos desean. Y por esta experiencia los dos sujetos el otro y el yo acaban por sentirse uno parte del otro hasta llegar a sentir las cosas del otro como si fueran suyas.

Es tan sensible que llega a sentir como suyos los problemas ajenos. Se trata de asirse o desasirse. Por eso el temor es guerra. Un hombre asido a muchas situaciones, personas o cosas vive entre delirios, minimiza o sobrevalora los acontecimientos y las cosas de acuerdo con sus deseos y temores.

No ve las cosas como son sino que las reviste de sus pensamientos y las ve a la luz de sus ficciones. Este hombre es un enajenado de la realidad y, por eso, su vida es una existencia fragmentaria, ansiosa e infeliz. Cuando pierde, el hombre asido sufre un verdadero desgarro. Para el hombre asido, cada momento se convierte en una dolorosa despedida.

Por este camino adquiere la libertad frente al mundo exterior. Para que un buque mercante amarrado a un dique pueda surcar los mares necesita soltar previamente las maromas; para que el hombre pueda navegar por los mares de la libertad necesita soltar los deseos apropiadores. Cuando el hombre suelta las amarras apropiadoras, cuando de verdad se desprende afectivamente de tantas cosas que le suceden, es entonces cuando las facultades mentales comienzan a funcionar apaciblemente, sin inquietud.

Los hechos y las cosas no lo asustan ni lo dominan instintivamente. El hombre desasido comienza a vivir. Las aves vuelan y las serpientes reptan. Los seres vivientes nacen, crecen y mueren. Vivir es respetar las leyes del mundo, no irritarse contra ellas, entrar en su curso con gozo y ternura, dejar que las cosas sean lo que son, dejarlas pasar a tu lado sin torcer su rumbo. Te acuestas en una cama o en el suelo de espaldas.

Suelta de un golpe todo el organismo, respira sereno, inunda de silencio y tranquilidad tu interior. Al mover los dedos percibe en el interior del brazo el movimiento de los cables conductores de la corriente nerviosa. Pasa luego al brazo izquierdo y haz lo mismo. Haz lo mismo con la pierna izquierda.

Escoge un lugar tranquilo. Suelta los hombros y todo el cuerpo varias veces. Inspira por la nariz aspirando tanto aire como puedas, no ruidosa sino suavemente. Luego, espira. Todo esto durante unos quince minutos. Puedes hacerlo durante unos quince minutos al levantarte, al acostarte o cuando te sientas cansado o nervioso. Seguramente te va a evocar recuerdos, pensamientos.

Nada de pensar. Y todo esto sin ninguna ansiedad, con toda naturalidad. Palpa suavemente, durante unos minutos, tus vestidos u otros objetos. Como dijimos el simple concepto de cesar lo reviste de caracteres de maldicin y estigma. Se resiste a esa idea con uas y dientes, transformando ese trance en el combate de los combates, y eso significa agona. El problema principal de la humanidad no es cmo eliminar la muerte, pues no se la puede eliminar porque todo lo que comienza acaba, sino cmo transformarla en hermana, en una amiga.

Y nosotros ya sabemos que hacer, dejarse llevar. Despus de que se ha hecho todo lo posible por esquivarla, llegada la hora y cuando ella ya est a la puerta, es una locura oponerse al desenlace inevitable.

Cuando ella ya est aqu golpeando la puerta es preferible abrrsela voluntariamente antes de que ella la derribe con violencia. Es necesario despertar y convencerse de que todo lo que nace muere y de que, llegada la hora, de nada sirve el resistirse, y de que resistindose se forja el fantasma de la muerte, y cuanto ms se resiste mayor es la victoria de la muerte sobre l. Llegada la hora, resistirse es locura y autodestruccin. El hombre debe hacerse amigo de la muerte, es decir, debe hacerse amigo de la idea de tener que acabar, y aceptar con paz y alegra esta idee.

Serenamente, humildemente, sabiamente debe aceptar acabarse, soltar las adherencias que le amarran a la vida y dejarse llevar mar adentro. Todo est bien, es bueno el duro invierno, luego vendr la primavera. Despus de que yo acabe, comenzarn otros, as como muchos tuvieron que acabar para que yo comenzara.

Las cosas son as y hay que aceptarlas como son. Yo acabar, otros me seguirn. Y en su incesante ascensin el hombre volar cada vez ms alto, todo est bien. Se acab la vida pero fue un privilegio vivir, se fue la juventud pero fue tan hermosa Lleg la hora; no resta sino soltar al viento la ltima cancin, el canto de la gratitud a la vida; soltar tambin los remos y, agradecido y contento, partir, dejarse llevar.

Y as, hemos transformado a la peor enemiga en una amiga. Necesito precisar aqu que hay otra manera de afrontar los imposibles; dejndolos en las manos de Dios y aceptando en paz y en silencio el misterio de su Voluntad, lo que, sin duda, es la ms absoluta liberacin.

Pero para esto se necesita una fe slida, viva. El tiempo pasado No podemos retroceder ni un instante en el tiempo. Todo lo acaecido hasta este momento ya es un hecho consumado, imposible de ser alterado ni una milsima de segundo. Pues bien, el recordar y vivir los hechos pasados suele constituirse en la fuente principal de tristeza y sufrimiento para la mayora de los hermanos. Es hora de despertar y dejar los imposibles. Qu diramos de una persona que se acercara a un muro de piedra y comenzara a darse de cabeza contra l?

Pues bien, sa es la situacin de quien se dedica a amargarse recordando y reviviendo historias dolorosas. Esos episodios dolientes son ms inconmovibles que una muralla ciclpea. Esa muralla de enfrente puede ser desmantelada piedra a piedra, o golpe a golpe, pero aquellos hechos consumados no sern alterados ni siquiera un milmetro aunque viertas lgrimas a mares.

Avergonzarse y entristecerse por ellos, recordndolos obsesivamente, es como darse de cabeza contra un acantilado.

Es tu cabeza la que se estrella, entonces para qu recordarlos? Hace dos aos y medio te traicionaron; slo hace una semana hiciste el ridculo en aquel proyecto importante; ocho mese atrs uno de los tuyos perdi la vida en un accidente de trfico; hace poco tiempo estuviste a punto de perder el empleo por un juego de envidias Los hechos ya estn consumados, no sern alterados ni en toda la eternidad; djalos, pues, en el olvido.

Al recordarlos vuelves a vivirlos, es una locura, slo t sufres. Quienes tanto dao te hicieron estn alegremente disfrutando de la vida y nada les importas; y t te enciendes en clera y furia contra ellos, pero las iras de tu corazn ni siquiera les llegan a rozar la piel mientras t te consumes y te corroes en tu propio veneno. Es una locura, basta de sufrir. Recuerda: Las furias de tu corazn nada podrn hacer para que lo que ya sucedi no hubiera sucedido. Hay personas de tendencias subjetivas, pesimistas al mismo tiempo, que viven recordando historias pasadas, a veces muy remotas, en las que se vieron desagradablemente envueltos.

Y ahora, al recordar aquello, se llenan de vergenza y rubor como si aquellos hechos hubieran sucedido esta maana, y los reviven como si todava estuviesen enredados entre los pliegues de aquellos acontecimientos ya tan lejanos, inculpando a los dems, agredindolos mentalmente, consolndose con sentimientos de autocompasin.

Es una desgraciada recreacin de una delirante cabeza. Una de las fuentes ms abrumadoras de tristeza humana son los fracasos. El fracaso es un concepto relativo y subjetivo, una vez ms, un producto de la mente. T tenas un proyecto; calculaste que el proyecto alcanzara, digamos as, cien puntos, pero, realizado ya el proyecto, resulta que tan slo alcanz cuarenta y cinco puntos.

Te parece un resultado negativo. Pero, en realidad, fue, simplemente, inferior a tus previsiones. Entre frustrado y humillado, t comienzas a rechazar mentalmente aquel resultado inferior a lo esperado y, a partir de este momento, comienza a transformarse en fracaso, y el fracaso comienza a presionarte o, al menos, t as lo sientes y, en la medida en que t sientes y, en la medida que t sientes esa presin, la resistes con toda el alma y, en la medida en que t la resistes, la presin del fracaso es aceleradamente ms opresiva.

Y as, encerrado en este crculo vicioso, puedes llegar a ser vctima de profundas perturbaciones de personalidad. Y de ah nace la angustia que significa sentirse angosto, apretado. Pero despierta, hermano mo, no es que el fracaso te apriete a ti, eres t quien est apretndose con tus repugnancias mentales contra el fracaso.

Aquello que inicialmente fue un resultado inferior a tus clculos, a fuerza de darle vueltas en tu cabeza, lo vas convirtiendo en una pesadilla que te avergenza y entristece. Es una insensatez. Despierta y huye del fuego. Una vez que has puesto todo tu esfuerzo, se acab el combate y todo est consumado, la sabidura y el sentido comn nos dicen que es una insensatez perder el tiempo en lamentaciones, dndote de cabeza contra los muros indestructibles de los hechos consumados.

El esfuerzo depende de ti, pero los resultados no dependen de ti sino de una serie imponderable de causalidades. Pon toda tu pasin y energa en el combate de la vida, los resultados djalos, y queda en paz, una paz que llegar una vez que te hayas desasido de los resultados. Si los resultados no dependen e ti es una locura vivir oprimido, humillado, avergonzado por el espectro del fracaso. Lo consumado, consumado est. Es intil llorar y lamentarse quemando energas de modo estril.

Lo pasado djalo en el olvido y maana contina en el combate de la vida con la plenitud de tus energas. Otra terrible fuente de tristezas son los complejos de culpabilidad. Estos complejos nacen en el rincn ms negativo del ser humano, y se reducen a estos dos sentimientos: tristeza y vergenza. Las personas sufren mucho por los sentimientos de culpa, se sienten tristes y avergonzados por sus equivocaciones y desaciertos, viven Sienten rabia, pesadumbre, tristeza, instinto de venganza contra s mismos, en una confusin tan contradictoria que se auto-compadecen, se auto-castigan, se auto-justifican y todo envuelto en el manto de aquel binomio de muerte; la tristeza y la vergenza.

Entre los complejos de culpabilidad los ms terribles son los que se dan en el campo de la religin, la obsesin por la culpa y el pecado. En el fondo de estos complejos se agitan instintos de venganza en contra de s mismos, se irritan contra ellos mismos porque se sienten muy poca cosa, se indignan y sienten rabia de ser as, incapaces de actuar segn la voluntad de Dios y los criterios de la razn.

Se humillan, viven ensandose con ellos por no aceptar sus limitaciones e impotencias, avergonzndose y entristecindose por sus culpas y pecados. Y, probablemente, en el ltimo anlisis de estos complejos, la madre que da a luz a estos sentimientos es el llamado complejo de omnipotencia. El hombre queda herido y derrotado al comprobar que no puede volar por las cumbres del ideal. Estos sentimientos de culpa se han cultivado deliberadamente entre nosotros como si hubiera una tcita invitacin a ensaarse en contra de una mismo por pecador, y como pecador se mereca el castigo.

Y, antes de ser castigado por Dios, era preferible autocastigarse psicolgicamente mediante sentimientos de culpa y remordimiento. Se tena la impresin de que se estaba satisfaciendo a la justicia divina. Y, as, hemos ido creciendo nuestra cabeza con una corona de hostilidad. Es hora de despertar. Es indispensable vivir alerta y darse cuenta de que es una insensatez resolver archivos que contienen historias irremediablemente muertas.

Agua que no has de beber djala correr, dice el refrn. Aquellas personas que tan negativamente influyeron en tu juventud, aquellas equivocaciones que ms tarde lamentaste tanto Aquellas personas, aquellas hostilidades emanadas de ruines envidias, aquella zancadilla deleznable, aquellas incomprensiones, aquellas medias verdades que tanto te desprestigiaron, aquel episodio que an hoy te llena de rubor y de tristeza Las aguas que pasaron no vuelven a pasar.

Deja que los muertos entierren a los muertos. Rquiem sobre las hojas muertas y los archivos olvidados. Nada de eso existe ya; no los vayas a revivir en tu mente; olvdalo todo; despierta como si nacieras de nuevo en este da. Levanta la cabeza, mira hacia delante y avanza hacia un mundo de alegra y de esperanza. Captulo lll Obsesiones y angustias La obsesin T ests en tu habitacin y, sin pedir permiso, entra en tu cuarto un enemigo y cierra la puerta.

No puedes expulsar al intruso, ni tampoco puedes salir de tu habitacin. Eso es la obsesin; es como tener que cohabitar con un ser extrao y molesto sin poder expulsarlo.

La persona que sufre de obsesin se siente dominada, se da cuenta de que la idea que lo obsesiona es absurda, no tiene sentido, y de que se le ha instalado ah sin motivo alguno.

Pero, al mismo tiempo, se siente impotente para expulsarla y parece que, cuanto ms se esfuerza por ahuyentarla, con ms fuerza se le instala y se le fija. La mayor desdicha que puede experimentar un hombre es la de sentirse interiormente vigilado por un gendarme, sin poder ser autnomo ni dueo de s.

El pueblo, para manifestar la idea de obsesin, se expresa de la siguiente manera: "se le puso tal idea". Aquella mujer vivi durante largos aos cuidando solcitamente a su padre enfermo, despus de que ste muri, se le puso la idea de que no lo haba cuidado con suficiente esmero mientras vivi.

Ella tena la conciencia clara de que este pensamiento era absurdo, pero no pudo evitar que la obsesin la dominara completamente. Hay personas que una vez acostadas, se les pone la idea de que no van a poder dormir esa noche. La idea les domina de tal manera que, efectivamente, no duermen. Hay personas que cuando preparan el equipaje de un viaje abren la maleta cinco o seis veces para comprobar si metieron aquel objeto; personas que se levantan varias veces de la cama para comprobar si est bien cerrada la puerta; personas que pasan todo el da lavndose las manos una y otra vez Se podran multiplicar los ejemplos.

Existe la obsesin de la culpa, la del fracaso, la del miedo, la de la muerte, la de las diferentes manas. Hay personas que son y estn predispuestas a las obsesiones por su propia constitucin gentica. Basta que se haga patente en su entorno un factor estimulante para que entren rpidamente en una crisis obsesiva. El estado de obsesin depende tambin de los estados de nimo; cuando un sujeto se halla en un estado altamente nervioso ser presa de una crisis obsesiva mucho ms fcilmente que cuando est relajado y tranquilo.

Hay tres cosas que andan danzando en una misma cuerda: la dispersin, la angustia y la obsesin. Ellas tres actan entre s como madres e hijas, como causa y efecto. Pero, muchas veces, no se sabe quin engendra a quin, quin es la madre y quin es la hija.

Incluso sus funciones pueden ser alternadamente indistintas: la angustia genera obsesin, la obsesin a su vez, engendra angustia y, de todas formas, la dispersin siempre engendra, o al menos favorece, ambos estados. Las obsesiones nacen casi siempre en un temible crculo vicioso: la vida agitada, las responsabilidades fuertes y un entorno vital estridente y subyugador.

Todo esto conduce a una desintegracin de la unidad interior con una gran prdida de energas, por lo que el cerebro tiene que acelerar la produccin de energas con la consiguiente fatiga cerebral. Esta fatiga cerebral deriva rpidamente en la fatiga mental. La fatiga mental, a su vez, no es otra cosa que debilidad mental.

Y debilidad mental significa que todos los estmulos exteriores e interiores se te prenden y te dominan, y t no puedes ser dueo de tus mundos interiores porque precisamente los pensamientos y las emociones ms desagradables se apoderan y se instalan en ti, sin motivo ni razn, y dominan sin contrapeso los mecanismos de tu libertad.

Y aquello a lo que temes y a lo que te resistes se te fija y te domina en la medida en que lo temes y te resistes. Esto sucede porque los pensamientos obsesivos son ms fuertes que tu mente que est muy dbil. Y est dbil tu mente porque tu cerebro est muy fatigado y, a su vez, tu cerebro est muy fatigado porque tiene que producir aceleradamente grandes cantidades de energas.

Esto, a su vez, sucede porque necesita reponer muchas energas debido a la dispersin y nerviosismo que hay en ti. Y, siendo la obsesin ms fuerte que la mente, sta acaba siendo derrotada por aqulla. Y la mente, al sentirse dominada por la obsesin e incapaz de expulsarla, queda presa de una angustiosa ansiedad que deriva en una fatiga y una debilidad mentales cada vez mayores, y entonces la fuerza de la obsesin es mucho ms considerable y te domina sin contrapeso.

Qu hacer? Ciertos frmacos, como los sedantes, pueden ayudar en situaciones de emergencia pero son simples lenitivos, no atacan la raz del mal. Otras soluciones, como las drogas, alcohol u otras formas de evasin son puros engaos para empaar los ojos a fin de no ver al enemigo.

Pero el enemigo est dentro y hay que enfrentarlo con los ojos abiertos porque no hay manera de escaparse de uno mismo. Los remedios son de varias clases y estn al alcance de todos, pero no tienen efectos instantneos como los frmacos. Al contrario, exigen un paciente entrenamiento, producen una mejora lenta, a veces con altibajos, pero una mejora real porque aseguran el fortalecimiento mental. El primer remedio consiste en no resistirse a la obsesin misma; todo a lo que se resiste o se reprime, no slo no se suprime sino que contraataca con mayor violencia.

Resistirse mentalmente equivale a apretarse contra algo, y todo apretarse es angustiarse, sentirse angosto, apretado. La obsesin si se la dejara, dejara de apretar y, simplemente por s misma, se esfumara.

Repetimos: lo que se reprime, contraataca y domina. La represin aumenta, pues, el poder de la obsesin. Si se la dejara, ella misma ira perdiendo fuerza. Y dejar consiste en aceptar que no vas a dormir, aceptar que no vas a actuar brillantemente ante aquellas personas, aceptar que stos o aqullos no te quieran, aceptar que hayan hablado mal de ti, no haber acertado en el proyecto Slo con este aceptar disminuiran muchas de tus obsesiones y algunas desapareceran por completo.

En segundo lugar, debes ir adquiriendo la capacidad de desligar la atencin, de interrumpir a voluntad la actividad mental, desviando voluntariamente el curso del pensamiento y de las emociones.

Y esto se puede adquirir acostumbrndose a hacer el vaco mental, a suprimir momentneamente la actividad pensante, a. Con este vaco mental se ahorran muchas energas mentales; con este ahorro el cerebro no necesita trabajar tanto; al no trabajar tanto el cerebro, la mente descansa y se fortalece. De esta manera, tu mente llegar a ser ms fuerte que tus obsesiones. Y as, llegars a ser capaz de ahuyentarlas de tus fronteras, alcanzando el pleno poder mental hasta llegar a ser t el nico rbitro de tus mundos.

Para conseguir tan anhelados frutos necesitas dedicarte, sostenida y sistemticamente, a la prctica a los ejercicios que encontrars en el captulo V Los resultados irn viniendo lenta pero firmemente y, paulatinamente, irs logrando la tan deseada tranquilidad mental.

Las obsesiones, en algunos casos, desaparecern completamente y quiz para siempre. Pero no les suceder as a quienes por constitucin gentica son portadores de tendencias obsesivas.

En resumen, la salvacin no se te va a dar como un regalo de Navidad. Eres t mismo quin debe salvarse a s mismo. Y, recuerda, la libertad no es un don sino una conquista.

Depresin Antes de meternos en el tema de la angustia quiero decir algunas palabras sobre la depresin, y lo har no en consideracin de los mismos deprimidos sino de sus familiares, porque estoy convencido de que los que deben conocer esta enfermedad no son los enfermos sino, sobre todo, los que les rodean. Segn las estadsticas, un veinticinco por ciento de las personas sufre algn trastorno de tipo depresivo a lo largo de su vida aunque, eso en s, en grados y matices diferentes.

La mayora de los que se quitan la vida lo hacen en una aguda crisis depresiva. La mujer es ms propensa a la depresin que el hombre. Y las clases sociales media y alta estn ms afectadas que la clase humilde. La depresin se llama reactiva cuando ha sido provocada por factores exteriores a la persona contrariedades, fallecimiento de familiares, fracasos matrimoniales, econmicos, profesionales o una gran fatiga cerebral.

Entre los factores exteriores pueden sealarse tambin ciertas enfermedades que asestan duros golpes a la vitalidad.

Hay personas que nacen predispuestas a la depresin, pero esta predisposicin tiene una amplsima graduacin que va desde grados mnimos hasta los ms elevados. Hay sujetos que por su constitucin gentica son absolutamente inmunes a la depresin.

Otros slo ante acontecimientos verdaderamente desagradables sufren una ligera depresin. A otros, en cambio, la ms pequea contrariedad les hunde en la ms profunda depresin. Llaman depresin endgena a aquella que proviene de dentro, de la misma estructura celular. Hay sujetos que nacieron con una inclinacin tan marcada que, sin motivo alguno, caen, ms o menos peridicamente, en terribles crisis, con diferencias en cuanto a duracin e intensidad.

Estas personas funcionan con normalidad en sus vidas y, en el momento menos pensado y sin ningn motivo exterior, caen en las garras de un disturbio depresivo terrible, con distinta duracin desde unos das hasta varios meses. La crisis as como vino, sin motivo, se va, y las personas vuelven a ser completamente normales.

Esta clase de depresiones no aparece en las etapas de la infancia y de la juventud sino ms tarde o, al menos, normalmente. En los ltimos tiempos, sin embargo, es presente la depresin en los jvenes. Toda depresin se distingue por un gran abatimiento, no sienten ilusin por nada, les da igual una cosa que otra, se paralizan las funciones instintivas, la capacidad de pensar, de tomar iniciativas En las horas de insomnio les asaltan los recuerdos ms amargos y los complejos de culpabilidad, reviviendo los hechos ms sombros de su pasado.

La crisis afecta a todo el organismo: los gestos son lentos y torpes, tienen la sensacin de toda inutilidad, la mirada se empaa, la voz es monocorde, les domina un desnimo general, son incapaces de vibrar con la alegra y de entristecerse con la tristeza, pierden el humor, las ganas, el hambre, baja la presin arterial y desciende el ritmo cardiaco.

En suma es lo ms parecido a la muerte. Y sucede algo peor; el deprimido, dominado por la inercia y la inhibicin, ni siquiera tiene ganas de salir de esa situacin, y no hace nada para superar ese estado. Ms an, lo ms grave del disturbio depresivo es el siguiente: El mdico dice que no tiene nada.

Los familiares y compaeros, con susposiciones gratuitas, comienzan a decir que son puros caprichos y que se hace el enfermo. Y, creyendo hacer un bien le dicen: "haz un esfuerzo, hombre, no tienes nada, convncete de que son cosas de tu cabeza". Como se podr imaginar, con esto hemos tocado el techo ms alto del drama humano y del absurdo. Despus de eso, ya se puede comprender que los que estn cerca del paciente pueden influir decisivamente para bien o para mal.

Las familias y, en general, los que rodean al enfermo necesitan tomar conciencia de la naturaleza de la depresin y dar al paciente afecto, mucho afecto, ms que nunca. Deben tener con l una enorme comprensin y una infinita paciencia. Todo lo que se diga al respecto, cualquier insistencia en este sentido ser poco. La angustia Hay que distinguir la angustia de la ansiedad. En la angustia se da una sensacin fsica de opresin, ahogo y encogimiento que afecta directamente a la zona visceral y se localiza tambin, aunque en menor grado, en el plexo solar, en la zona cardiaca y en la garganta.

La ansiedad, en cambio es una perturbacin ms bien psquica, de carcter ms cerebral que somtica. La angustia tiene un efecto sobrecogedor y paralizante por lo general; en la ansiedad, por el contrario, se produce un efecto como de sobresalto con tendencia a la fuga. En la mayora de los casos, sin embargo, coexisten las dos sensaciones, resultando difcil distinguir la lnea divisoria entre ambas.

Por tanto, la angustia, son matices diferentes de una misma enfermedad. Tambin es fcil confundir la angustia con el miedo y, desde luego, en toda angustia hay buena dosis de miedo. Mucho ms prximo a la angustia est el temor, por ser un sentimiento ante lo desconocido. Los estados de nimo se entrecruzan, como se ve, y se dan transiciones permanentes entre la angustia, el miedo, la ansiedad, el temor, la obsesin y la tristeza.

Puede haber una angustia vital y una angustia reactiva. Gran parte de las veces se trata de una angustia reactiva. La angustia vital es aquella que se produce sin motivos ni estmulos exteriores. Existe, pues, una personalidad genticamente angustiosa. Nacieron as, estn angustiados de modo habitual y sin motivo, se sienten asediados por dentro y por fuera, se preocupan por todo, sienten miedo de todo, viven es ascuas, en una atmsfera interior hecha de temores, incertidumbres, preocupaciones, suposiciones, aprensiones Generalmente esta personalidad ansiosa coincide con tipos obsesivos, tmidos y acomplejados.

En casi todos los casos, sin embargo, la angustia es reactiva, producida por una compleja interaccin entre el individuo y su ambiente. En la angustia reactiva siempre se da un estmulo exterior portador de una posible peligrosidad. Este estmulo exterior produce una tensin, o presin, que deja una alteracin en el estado anmico de la persona con variados efectos, y eso es la angustia.

Esos efectos, suelen ser los siguientes: se aceleran las palpitaciones, la respiracin se hace agitada y ms rpida, hay mayor descarga de adrenalina, se transforma el proceso circulatorio, se produce opresin y sobrecogimiento en la zona gstrica Otras veces, la angustia es un estado general en la que la intensidad es ms bien benigna y la duracin ms prolongada.

El sistema especfico en estos casos es el ahogo que el paciente experimenta, sobre todo, en la zona gstrica, sensacin como de un profundo tono menor, sin dejar de repercutir tambin en la zona cardiaca y en la garganta.

Los que sufren de angustia vital pueden mejorar de modo considerable aunque, probablemente, sin llegar a sanar del todo. En cambio, los que padecen de angustia reactiva pueden llegar, en su mayora, a liberarse por completo y por sus propios medios de la enfermedad. Unos y otros debern tener presente la consigna en la que siempre estamos insistiendo: tienes que salvarte a ti mismo. Ser un proceso lento, puede que haya progresos y retrocesos. Debes perseverar pacientemente en la ejercitacin de las prcticas que exponemos en el captulo V.

Los sedantes constituyen el veinte por ciento de los frmacos, lo que, ciertamente, es una exageracin. Estos depresores pueden aliviar por un momento de emergencia, pero no abordan el mal, son puros paliativos y engendran dependencia. La solucin de la angustia, o al menos la solucin parcial, proviene de hacer una evaluacin. Cuando una persona se enfrenta a una situacin peligrosa, le resulta difcil hacer en ese momento un correcto anlisis sobre el grado de peligrosidad de la situacin y le nace la angustia.

En esos casos, las reglas de oro son: detenerse, tomar conciencia de que estoy exagerando sobre el grado de amenaza, volver a analizar la situacin con la cabeza fra, contar todo a una persona amiga y equilibrada, y aplicar a esta situacin las orientaciones del captulo sobre relativizar. Hay otros dos verbos que son recetas de oro para vencer la angustia: los verbos "soltar" y "dejar". Cuntas veces constatamos el origen subjetivo del sufrimiento!

Angustia es, como ya hemos dicho, una opresin mental contra algo, una resistencia mental. Todos los ejercicios que te ayuden a soltar las tensiones, a aflojar los nervios, te ayudarn a eliminar muchas dosis de angustia.

A fin de cuentas, la angustia no es otra cosa que una contraccin del sistema nervioso. Un sistema nervioso relajado no conoce la angustia. Y, por encima de todo, no hay antdoto ms poderoso para vencer, casi infaliblemente, cualquier angustia que la doctrina del abandono. Eso s, para la vivencia de esta doctrina se necesita una fe viva.

Podemos poco Infinito en sueos e insignificante en realizaciones, eso es el hombre. Desea mucho, puede poco; apunta alto, clava bajo; hace lo que no le gusta y no puede hacer lo que le gustara; se esfuerza por ser humilde, no puede; intenta agradar a todos, no lo consigue; se propone metas altas, se queda a medio camino; lucha por suprimir los rencores, extirpar las envidias, calmar las tensiones, actuar con paciencia Originalmente el hombre es esto: contingencia, precariedad, limitacin, impotencia Y sta es la fuente ms profunda del sufrimiento humano.

El error fundamental del hombre consiste en vivir entre sueos y ficciones. En cambio, el captulo primero de la sabidura consiste en mirar todo con los ojos abiertos, permanecer sereno y sin pestaear ante las asperezas de la realidad, aceptndola como es, aceptando que somos esencialmente desvalidos, que es muy poco lo que podemos, que nacemos para morir, que nuestra compaa es la soledad, que la libertad est.

La vida del hombre sabio deber ser un constante pasar de las ilusiones a la realidad, de la fantasa a la objetividad. Necesitamos declarar la guerra a los ensueos, desplumar las ilusiones y avanzar hacia la serenidad. Desde antes de nacer el ser humano trae escrita es sus entraas la historia de su vida en sus rasgos generales. Efectivamente, marcadas all, en las ltimas unidades vivientes llamadas genes, trae el hombre, escrita en cables cifrados, las tendencias fundamentales que conforman el entramado de una personalidad: la creatividad, la afectividad, la intrepidez, la inhibicin, la actividad psicomotriz, las capacidades intelectuales, la sensibilidad, la nobleza, la generosidad, la mezquindad, reacciones primarias o secundarias Todo est marcado en las races del hombre.

Desde el siglo pasado, los primeros experimentos de biologa llegaron a establecer una primera regla gentica que atribuye a ambos progenitores por igual la participacin en los rasgos hereditarios.

Los elementos paternos y maternos, contribuyen igualmente a la informacin gentica, aportando cada uno su mensaje propio. Entre ambos organizan un plan general al que respondern los rasgos fundamentales del futuro individuo. Una amplia exposicin terica y tcnica sobre esta materia se encuentra en mi libro Del Sufrimiento a la Paz, pginas , y de esa exposicin doctrinal se deduce que las zonas de opcin son pequeas, que si la libertad existe y funciona, est, sin embargo, condicionada en amplias zonas de nuestra personalidad y que, en fin, podemos muy poco.

La sabidura consiste en aceptar con paz el hecho de que podemos poco y en poner en accin todas nuestras energas para rendir al mximo en ese poco. He conocido en mi vida innumerables personas hundidas en la frustracin. En los das de su juventud, soaron con los ms altos ideales xito profesional, felicidad conyugal, santidad, tendencia poltica.

Pasaron los aos, durante largas pocas consiguieron mantener en alto la antorcha de la ilusin. Ms tarde, al comprobar paso a paso la distancia que exista entre los sueos y la realidad, vieron que sus ilusiones, una a una, se las iba llevando el viento. Hoy, a los cincuenta aos, se les ve En verdad no haba sido un ideal sino una ilusin.

El ideal es la integracin de una ilusin ms una realidad. Podemos poco. Esta insistencia en nuestro desvalimiento no tiene por qu desanimar a nadie sino todo lo contrario.

El desnimo nace de poner la mirada en cumbres demasiado elevadas y cuando comprobamos que son inaccesibles, nos invade el desnimo.

Nosotros, en cambio, decimos que aunque es verdad que valemos poco, para lograr ese poco pondremos en juego todo el entusiasmo. En nuestro caso no haba desilusin porque no hubo ilusin. El secreto est, pues, en poner la pasin pero a partir de la realidad. Supongamos que el ideal ms alto se cifra en alcanzar cien puntos.

Hay que luchar ardientemente por conseguirlos. Pero debes saber y aceptar de antemano y con paz que lo ms fcil es que slo alcances setenta y cinco, cuarenta y siete, quince o, tal vez, apenas cinco puntos. Debes aceptar de antemano esas eventualidades porque, de otra manera, el despertar podra ser amargo.

Acepta de antemano todo esto y tus energas no se quemarn intilmente. La gente no cambia, no puede cambiar, en el mejor de los casos puede mejorar. Como hemos visto, toda persona arrastra, marcadas en sus races, las tendencias de personalidad: naci sensible, puede mejorar pero morir sensible; naci rencoroso, puede mejorar pero morir rencoroso; naci tmido, sensual, impaciente, primario Las cosas son como son, djalas que sean como son y, dentro de tus posibilidades, libra el gran combate de la liberacin.

La gente sufre ansiando ser de otra manera y se desespera al comprobar que no lo puede conseguir y cae en la fosa de los complejos de culpabilidad que lo muerden y lo torturan como serpientes. Conozco a muchas personas que han hecho y siguen haciendo esfuerzos inauditos para no ser como son, para suavizar las aristas En una poca y bajo los efectos de un intenso fervor religioso, despus de una conversin fulgurante, efectivamente suavizaron los defectos congnitos de su personalidad y todos hablaban de su espectacular cambio de personalidad.

Aos despus, al decaer aquel fervor religioso, comprobaron con dolor que todos los defectos congnitos de personalidad reapareceran con mayor fuerza, no haban cambiado nada. En el transcurso de mis aos he conocido demasiada gente quemada por los complejos de culpabilidad, entristecidos o avergonzados al no poder mantenerse dentro del cuadro de valores y virtudes que recibieron en su juventud, transformndose con los aos en los peores enemigos de s mismos porque se castigan, se ensaan contra ellos mismos, se avergenzan, se hieren.

Secretamente, se trata de un instinto de venganza en contra de s mismos porque sienten rabia al verse tan poca cosa. En suma, se humillan y la humillacin no es sino orgullo camuflado, no aceptan sus propios lmites.

En ltimo trmino, se trata de complejos de omnipotencia, pobre mueco de trapo destripado y yacente en el rincn! Basta de sufrir, hermano mo, es hora de despertar, de enterrar el hacha de la ira, de mirarte a ti mismo con benevolencia y hacerte el amigo ms amigo de ti mismo ante todo y sobre todo. A los largo de tus das fuiste ciendo tu cintura con el cinturn de la hostilidad y tu cabeza con la corona de espinas. Basta ya de martirios. Como la madre que cuida de manera especial al hijo ms desvalido, amars a tu persona precisamente en y por lo que tiene de frgil, envolvindole en un abrazo de ternura.

Las cosas son como son, las estrellas giran eternamente all arriba fras y silenciosas, los acantilados permanecen inamovibles al borde de los ocanos, el invierno es fro y el verano caliente Las cosas son como son y t eres como eres. Te gustara ser alegre, no lo eres; te gustara brillar, no puedes; te gustara agradar a todos, no lo consigues; te gustara tener la inteligencia de ste, la hermosura de aquel, el encanto de aquel otro En resumen, te gustara ser de otra manera, sueos locos, vanas quimeras, llamas de fuego.

Es intil, para qu lastimarte? Eres como eres. De todas maneras, y a pesar de tus reticencias y repugnancias, eres una maravilla. Acptate a ti mismo, no como te gustara ser sino como realmente eres.

Te gustara tener don de gentes, pero erres tan tmido y retrado; te gustara coger una estrella con la mano, pero eres tan bajito; te gustara ser seor de tus mundos, pero un cmulo de instintos sensuales y tendencias negativas te traen a mal traer. No te irrites contra eso, no te deprimas por ello, no te entristezcas por nada. Te dirn que eres una estatua de arcilla.

Yo te digo que eres aurora y campana, arquitectura que para ser catedral slo necesita tu comprensin y acogida, tu benevolencia y cario. S el mejor amigo de ti mismo, s feliz porque son una legin los que esperan participar de tu luz y de tu calor, esperan prender su fuego en la llama de tu alegra.

Se vive una sola vez hermano mo, no puedes darte el lujo de despilfarrar esta nica oportunidad. Llena tu casa de armona y el mundo se llenar de alegra. Ten presente que tu existencia es una fiesta y tu vivir un privilegio. Cultiva diariamente y con mucho mimo la planta de la alegra. Cuando esta planta inunde de fragancia tu casa, todos los hombres del mundo, y hasta los peces del ro, saltarn de alegra. Captulo lV Dichosos los vacos de s La ilusin del "yo" Comencemos por comprender de qu manera la ilusin del "yo" es fuente de angustia y tristeza.

Y con esta toma de conciencia, sin ms, habremos abierto una ruta de liberacin. Una cosa es lo que yo soy como realidad objetiva, y otra la imagen que yo me formo de esa realidad. Cuando la imagen y la realidad coinciden, entonces somos equilibrados, adultos. Pero, con frecuencia, sucede que la conciencia se aparta de la valoracin objetiva de s misma en un doble juego.



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